En 1988, en plena era del mejor cine de acción de la historia, se inició la saga de la Jungla de Cristal, centrada en los avatares de John McClane, un policía bajo los efectos de la ley de Murphy, en el que se cumplía la premisa de estar siempre en el peor momento, en el sitio menos indicado. Si la primera se desarrollaba en un rascacielos de última generación; la segunda, en un aeropuerto, y la tercera; en Nueva York, esta limitación del campo de acción parece romperse en la última película, estrenada nada menos que doce años después de la Jungla 3, y fundamentalmente condicionada por la era informática. Y es que 20 años despues de iniciarse la saga, los "malos" ya no tienen nada que ver con grupúsculos irritables y de fácil gatillo, sino con los hackers y los virus informáticos que se propagan por todo el sistema como la lepra. Eso sí, las intenciones subyacentes de los antíguas y nuevos terroristas no han cambiado. El ansia del dinero fácil.
Y McClane tampoco ha cambiado. Sigue siendo el tipo sarcástico de vuelta de todo, con una facilidad innata para hacerse enemigos y "tocar las pelotas" al personal, aunque evidentemente los achaques de la edad le pasan factura y mucho. Ahora, ya calvo y viejo, se tiene que hacer cargo de un hacker 30 años más joven que tiene la clave para deshacer el caos informático en el que los malos están sumiendo a todo el pais. Y es que los tiempos han cambiado y McClaen está más perdido que nunca en esta jungla de pixels, troyanos y virus.
Acción excelente, tambien adaptada a los nuevos tiempos y modas visuales, que logran mantener al espectador con los ojos pegados a una pantalla en la que nunca dejan de suceder cosas: coches volando que destruyen un helicóptero, persecuciones de camiones, y hasta un reactor persiguiendo un camion entre las enmarañadas autopistas de LA.
Es el quien da más visual y eso es lo que pedimos. Eso y el mítico ¡YIPIKAIYEI MOTHERFUCKER!
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